En la ciudad de Animalandia, vivían unos singulares amigos: el loro, el oso, el pato y el conejo.
Cada uno tenía una particularidad. Al loro le gustaba provocar en los demás animales envidia por su hermoso plumaje. El pato era el más sabio y le gustaba leer mucho. El conejo era muy alegre y le gustaba contagiar a los demás con su alegría. El oso era muy tranquilo y pacífico.
Un día, estaban todos disfrutando de un lindo día soleado, hasta que de pronto el Loro comenzó a criticar despectivamente a los demás animales. Loro: ¡Miren! ¡Miren! Miren lo lindo que soy, mis plumas de colores fascinan a todos por donde voy…
Conejo: ¡Sí! Pero tú no puedes saltar tan alto ni tan fuerte como yo…
Oso: Y yo puedo comer toda la miel que se me antoje sin importar que engorde…
Loro: No importa si no como miel, pues muchas frutas puedo tener; no importa si no puedo saltar, pues hasta mi nido puedo volar y tan alto puedo llegar, que todo el bosque admirar…
Pasaron noches y días…los animales peleados y tristes seguían. Hasta que el sabio Pato que los vio rato a rato, cansado estaba de esperar que los hizo a todos sentar.
Pato: ¡Chiquillos! ¡Chiquillos! Presten atención, pues voy a repelar a todos por su acción… no importa cuántas plumas de colores puedas tener, porque en algún momento pueden desaparecer; no importa que tan alto puedas saltar porque también te puedes cansar y no importa cuanta miel puedas comer, pues en algún momento la barriga te va a doler.
Lo único que importa es estar juntos, querernos y aceptar nuestras diferencias para así la vida poder disfrutar y la naturaleza admirar.
Alejandra Vallejo y Tamara Arias
D.Y.
No hay comentarios:
Publicar un comentario