Hace casi una semana con un grupo de jóvenes movidos por un inmenso amor por Dios salimos de misiones a un pueblito (olvidado) de la provincia de MANABÍ, llamado GUALE.
Todos fuimos con un poco de recelo y novedad, porque no decirlo hasta cuestionando nuestra partida (¿¿¿habremos hecho lo correcto???) pero creo que ninguno en realidad imaginó lo que íbamos a encontrar allá, al decir que fue una de las mejores experiencias de mi vida... No miento, conocí muy a fondo lo que es vivir en comunidad con mis hermanos (los misioner@s).
Conocí a verdaderos jóvenes valientes, valiosos y entregados por la causa de Dios, conocí chicas verdaderamente "especiales", dispuestas a dejarlo todo por servir, a quienes no les importó caminar tres horas bajo un sol incandescente y con el lodo casi hasta las rodillas.
Encontré en ellos grandes hombres y mujeres. En el pueblo existía mucha gente sedienta de fe, sedienta de atención, sedienta de palabras y manos amigas, era impresionante ver la pobreza y aún más ver su generosidad con nosotros (comí hasta decir basta).
Encontré en ellos grandes hombres y mujeres. En el pueblo existía mucha gente sedienta de fe, sedienta de atención, sedienta de palabras y manos amigas, era impresionante ver la pobreza y aún más ver su generosidad con nosotros (comí hasta decir basta).
Al marcharnos de Guale nos invadieron sentimientos encontrados de alegría y tristeza, alegría por haber cumplido y de tristeza por irnos y dejar a muchos nuevos amigos hechos allá... FM
D.Y.
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