domingo, 17 de febrero de 2013

La princesa tuerta


En un lugar lejano, que es difícil de recordar, vivía una princesa muy singular. A su hogar era muy complicado llegar, pues en el árbol de manzanas solía descansar. Lo raro de esta princesa era su belleza, pues en su rostro algo muy particular se podía observar. Su ojo derecho le fallaba pero su color era el que resaltaba y más belleza a su rostro le daba . Esta princesa tuerta que se asomaba por la puerta, sonreía y saludaba a todo aquel que pasaba.


               Un día un unicornio encontró y con mucho amor lo cuidó. Todas las mañanas la princesa temprano despertaba, pues su barril de miel necesitaba y al mercado siempre cabalgaba. Ya cansada regresaba y una larga siesta tomaba. Mientras ella dormía,  su unicornio comía el barril de miel que apenas conseguía. Al despertar boquiabierta solía quedar, pues el unicornio gordo estaba y el barril de miel vacío quedaba.  Para resolver esta situación, la princesa puso mucha atención y una trampa elaboró.
               Al día siguiente el barril de miel escondió y por uno vacío lo reemplazó.
El unicornio angustiado estaba, pues la panza le sonaba. La princesa lo observaba y con paciencia lo educaba, aunque el unicornio ni lo notaba.
               Luego de que esta lección se puso en acción, al unicornio le dio una gran explicación. A compartir el unicornio aprendió y con la princesa tuerta el barril de miel disfrutó.

Alejandra Vallejo y Tamara Arias.

D.Y.

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