Él es Juan Pulley, pero conocido por
todos como Juan del barrio.
En una mañana soleada, como
de costumbre, Juan se encontraba en el parque de la Kennedy. De pronto pasa una
muchacha de cabello largo, tez morena, atractiva, corpulenta, movediza y
coqueta. Era la chica de la tienda de la esquina, hija de Don Mauro. Al verla
pasar, empieza a trotar al ritmo de ella y cuando la alcanza le pregunta: ¿Cómo
te llamas? Y ella, muy picarona responde: ¡Eulalia!
Con una fuerte sonrisa en el
rostro y ojos adormecidos, la miró y se dijo: ¡así se empieza, vamos Juanito
que de ley resulta esto!
Eulalia aceleró su paso y en
su rostro demostró muchos nervios. Se movía más que de costumbre, paso que
daba, paso que volteaba la cara para verlo.
El cruce de miradas se volvía
más intenso y ella le mostraba como saboreaba sus labios, que parecían dos
hielos a punto de derretirse.
Así, Eulalia con su meneo y galanteo
opacó a todas las demás hermosas mujeres que paseaban alrededor. Juan solo tuvo
ojos para ella. Al cabo de un tiempo, sin saber que hacer o decir, ambos decidieron
marcharse.
Al llegar la noche Juan se
puso su mejor cachina y salió a dar una vuelta en el carro con sus amigos. Todo
en el barrio estaba en absoluto silencio, cuando él llegó a la casa de Eulalia y
empezó a cantarle.
Al rato, se encendió la luz
de la casa de Eulalia y él emocionado les avisa a sus amigos que bajará a
agradecerle. Lo que él no sabía es que la madre de Eulalia, Mayita era quien
salía a su encuentro con un balde con agua. En el momento menos pensado, Juan
estaba mojado de pies a cabeza. Mayita se moría de risa al ver el gracioso cuadro.
Del coraje, prendió el carro y se fue a beber con sus amigos. No podía creer el
show que le había hecho pasar la vieja de la mamá de Eulalia.
Pasaron los días y Juan logró
conversar con Eulalia, decidió invitarla a comer a Sweet and Coffee para
conocerse más. Allí entablaron una conversación muy amena, ambos empezaron a
sentir extraños sentimientos y la atracción empezó a crecer.
A la media noche decidieron
ir a pasear por Urdesa pero de pronto, un carro los interceptó y les hicieron
secuestro Express. Eulalia se asustó mucho y Juan le pidió que se quede
tranquila porque los ladrones estaban nerviosos y podían actuar en contra de
ellos.
A Eulalia la atacaron los
nervios al punto que empezó a gritar como loca, por lo que uno de los ladrones
le disparó para que se calle. Juan estaba desesperado y sin saber qué hacer,
entonces pidió que por favor los dejen y se lleven el carro. Inmediatamente,
Juan y Eulalia fueron tirados en una calle abandonada de la Alborada. Él empezó
a llorar sobre el cuerpo de Eulalia lamentando todo lo que había pasado y
sabiendo que perdió al amor de su vida para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario